Escorts Colegialas Latinas en Valencia

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De todas las mujeres se puede conseguir algo de qué volverse loco de placer, pero en lo particular, las que más me excitan son las latinas, por su forma de hablar, de bailar, y por sus carnosos cuerpos. Nunca he visitado uno de sus países, pero parece que las hacen a mano. Son sumamente complacientes, y a diferencia de otras de algunos países europeos, se nota que disfrutan todo lo que uno les hace.

Mi experiencia con esta hermosa colombiana es digna de contarse, no hay detalle que no me haya puesto duro como piedra. Le pedí que usara ropa de colegiala. Es la segunda cosa que más cachondo me pone, una faldita escocesa, medias, y una blusa blanca. Afortunadamente hay muchas lumis valencianas que acceden a lo que les pido. Esta colombiana me dio que si a todo, y llego como recién salida del colegio.

De inicio me recibió con unos deliciosos besos, con lengua y mordidas. Ni suaves ni fuertes, ella sabe lo que hace. Pero también sabe a lo que viene, por lo que no perdió tiempo, un pequeño baile sin música, no la necesitó, y después, le pedí que se quitará todo menos la faldita y se pusiera en cuatro. Ella lo hizo, pero no pudo contenerse, andando como perrita fue hasta mi polla, o mi “verga”, como ella no paraba de decir. A lamidas hizo que se pusiera al máximo, y subía y bajaba, metiéndosela hasta el tope de la garganta, ensalivando todo mi palo. Es que hasta los ruidos que hace son de lo más sexy. Traía hambre al parecer.

No había tenido un culo tan sabroso como el de esta chica, en todo Valencia no hay escort que lo pare como ella. Esa cola te mira como diciéndote “¡fóllame ya!” Le di una buena lamita por todos sus hoyitos, preparándome para ampliarle la talla a uno de ellos. Embestidas suaves y rudas. Rápidas y lentas. Los gemidos no se hicieron esperar. Eso es algo extra que traen las latinas, no le tienen miedo a gemir fuerte, que se enteren lo que están recibiendo. Uno lo agradece, y ayuda a mantenerse como roca. No hay mejor pastilla que una hembrita gimiendo de esa manera, con ese acento.

Siempre es bueno preguntar antes si les gustan las nalgadas, pero ese día no quise, y se las di. Las recibió valientemente, y al grito de “dame más”, entendí que tenía permiso de hacerla como quisiera.

Me encanta siempre como pasa con las lumis valencianas latinas que encuentro. Inicia tranquilo, les pido que vayan inocentes, como colegialas de verdad. Irlas de a poco quitando la pena y la ropa, y después todas terminan igual, gritando por más. Lo mejor es que entre cada cogida incluso pueden mantener una plática casual. ¿Y el final? Venirme sobre sus tetas, o mejor aún, en su boca, es que en serio, las lumis valencianas latinas son algo que no puedes dejar de experimentar, y te aseguro que querrás repetir. Te va a cambiar la vida.

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